El Carácter Reflejado en la Conversación

“Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.” Santiago 1:19

¿Qué dice tu forma de hablar?

La manera en que llevamos una conversación dice mucho sobre nuestro carácter. Las palabras que elegimos, el tono de voz que usamos, los gestos que acompañan nuestras expresiones y hasta los silencios son elementos que componen una ventana al interior de nuestra personalidad. En la interacción diaria, cada conversación es una oportunidad para reflejar quiénes somos, cómo pensamos y cómo nos relacionamos con el mundo. Así, analizar los estilos de comunicación puede ser de gran utilidad para comprender mejor a las personas que nos rodean y, al mismo tiempo, mejorar nuestras interacciones sociales.

Una Nueva Creación

Imaginemos por un momento que somos una hoja en blanco. Sin forma, sin color, sin vida. De repente, un artista talentoso toma su pincel y comienza a crear una obra maestra. Trazos precisos, colores vibrantes, detalles exquisitos… La hoja en blanco se transforma en una obra de arte, adquiriendo una nueva identidad, un nuevo propósito.

Algo similar ocurre cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador. Experimentamos una transformación radical, una nueva creación que nos libera del pecado y nos da la oportunidad de vivir una vida plena y significativa.

Transformados por la Gloria de Cristo

Desvelando el Poder de la Transformación Espiritual

Imagina una vida transformada progresivamente, reflejando el radiante carácter de Cristo. Esta es la promesa que Dios nos ofrece a través de la fe. Hoy, profundizamos en 2 Corintios 3:18, explorando el poder de la gloria de Cristo para cambiarnos a su imagen.

Raíces de amargura

Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; Hebreos 12:15

Este pasaje presenta varios puntos interesantes sobre el problema de la raíz de amargura en la vida de los cristianos.

No nos desanimamos

Por tanto, no desmayamos; más bien, aunque se va desgastando nuestro hombre exterior, el interior, sin embargo, se va renovando de día en día. Porque nuestra momentánea y leve tribulación produce para nosotros un eterno peso de gloria más que incomparable; no fijando nosotros la vista en las cosas que se ven sino en las que no se ven; porque las que se ven son temporales, mientras que las que no se ven son eternas.

En medio de los desafíos y tribulaciones de la vida, es fácil sentirse desanimado y descorazonado. 2 Corintios 4:16-18, nos ofrece un poderoso mensaje de esperanza y resiliencia, recordándonos que a pesar de las pruebas que enfrentamos, podemos encontrar fortaleza y renovación en Cristo.

Intimidades Divinas

Vino luego esta palabra de Jehová a Samuel: Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque se ha apartado de mí y no ha cumplido mis palabras. Se apesadumbró Samuel y clamó a Jehová toda aquella noche. 1 Samuel 15.10–11

Estos versículos, perdidos en el dramático relato de la segunda desobediencia de Saúl, casi pasan desapercibidos. El genio del historiador, no obstante, lo llevó a insertar en medio de un relato netamente carnal, una mirilla que nos permite ver por un instante lo que estaba pasando en el plano espiritual de esta anécdota. Cuando nos detenemos, como espectadores, en este segundo escenario, no podemos dejar de sentirnos atraídos por la extraordinaria intimidad del cuadro que presenta.

Cuando Dios dice no los acompañaré

El Señor le dijo a Moisés: «Váyanse, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto. Suban a la tierra que juré dar a Abraham, Isaac y Jacob. A ellos les dije: “Daré esta tierra a sus descendientes”. Enviaré un ángel delante de ti para expulsar a los cananeos, los amorreos, los hititas, los ferezeos, los heveos y los jebuseos. Suban a la tierra donde fluyen la leche y la miel. Sin embargo, yo no los acompañaré, porque son un pueblo terco y rebelde. Si lo hiciera, seguramente los destruiría en el camino». (Éxodo 33:1-3).

Es raro escuchar a Dios decir, yo no los acompañaré. ¿Qué sucedía?