En Lucas 8:26-39 se nos cuenta la historia de un hombre endemoniado. Su condición era tal que andaba desnudo y no vivía en una casa, sino en los sepulcros. Cada vez que los demonios se apoderaban de él, intentaban sujetar sus pies y manos con cadenas, pero él las rompía y el demonio lo arrastraba a lugares solitarios.