La necesidad de conocer bien la verdad

Lucas, un médico y amigo de Teófilo, le escribe para que conozca bien la verdad de las cosas en las cuales ha sido instruido. A Teófilo se le habían enseñado algunas cosas acerca de Jesús, su obra y enseñanza. Sin embargo, parece que la enseñanza que había recibido era poca o superficial. Lucas entra en conocimiento de la necesidad que tenía Teófilo. Puede ser que haya tenido una conversación con el dónde este le expresara sus dudas. Lucas, inspirado por el Espíritu Santo, ve la necesidad de redactar un tratado donde se propone hablar acerca de las cosas que Jesús comenzó hacer y enseñar (Hechos 1:1) presentándolas de una manera ordenada.

Para este propósito, Lucas, quien era un hombre educado y preparado, investigó las fuentes más fidedignas, esto es, los apóstoles de Jesús, para escribir su evangelio. Los apóstoles de Jesús, vieron a Jesús con sus propios ojos, escucharon sus enseñanzas de sus propios labios y fueron ministros de su Palabra.

Lucas no toma a la ligera esta tarea de escribirle a Teófilo acerca de la maravillosa historia de Jesús. Dado que ya otros (muchos) habían tratado de poner en orden los acontecimientos de la vida de Jesús, Lucas se propone hacerlo, no sin antes investigar todas las cosas desde su origen.

Dos cosas importantes se desprenden de esta palabra.

  1. La necesidad de conocer bien la verdad de las cosas en las cuales hemos sido instruidos.
  2. La responsabilidad personal de escudriñar, estudiar, reflexionar y meditar diligentemente en las Escrituras. Haciendo esto podemos discernir entre el bien y el mal, y a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. 

¿Por qué conocer bien la verdad que hemos recibido o sido instruidos?

 La verdad nos hace libres, dijo nuestro Señor Jesucristo. Libres de la ignorancia, libres del pecado. Hay cosas que puede que las tengamos por verdades ciertas cuando en realidad son mentiras o mentiras disfrazadas de verdad. Hoy todos son proponentes de su propia verdad y para muchos ni siquiera existe la verdad. Hay muchas voces proponiendo sus propias ideas y muchos medios para escuchar. Lucas le dice a Teófilo para que conozcas bien la verdad. Cuando se conoce bien la verdad es fácil identificar a la mentira.

El reto del cristiano es conocer bien la verdad. Cuando Lucas le escribe a Teófilo, él va a las fuentes originales, a los testigos de Cristo. Es de ahí donde él desarrolla su evangelio. Dios nos dejó las Escrituras, su Palabra. En él mundo postmoderno que nos ha tocado vivir la Palabra es nuestro cernidor de ideas, creencias y enseñanzas. Sin embargo, para que la Palabra sea eficaz cumpliendo esta función tenemos que leerla y estudiarla con espíritu humildad y enseñable. Abiertos a que ella misma nos corrija si estamos equivocados.

Cada creyente tiene la responsabilidad de leer diligentemente la Escritura.

Los bereanos eran mucho más nobles que los tesalonicenses, y escucharon gustosos el mensaje. Todos los días examinaban las Escrituras para comprobar si lo que Pablo y Silas decían era cierto. Hechos 17:11

Los creyentes de Berea son un excelente ejemplo del creyente diligente y ocupado en la verdad. Ellos escucharon con gozo el mensaje de Pablo y Silas, pero a su vez no se conformaban con eso. Ellos examinaban las Escrituras para verificar si era cierto lo que se les estaba enseñando.

Indudablemente, no podemos “tragarnos” todo lo que nos sirven los medios y de manera particular el internet y las redes sociales. La Escritura nos dice que examinemos todo, que retengamos lo bueno y desechemos lo malo. Pero si no tenemos con que medir todo lo que recibimos, no lo podremos hacer.

Damos muchas cosas por verdaderas y hay mucha mentira en los medios. Los de Berea tenían la solución, ellos examinaban, eran estudiantes de la Palabra. El Señor nos dejó la Escritura, no para adornar nuestras mesas de noche, sino para leerlas y examinarlas o si se quiere utilizar otro término, escudriñarlas.

Cada día tenemos la obligación de examinar nuestra fe, de evaluar lo que creemos, nuestros dogmas, nuestras teologías y comprobar si estamos verdaderamente en la fe. 2 Corintios 13:5

Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino. Salmo 119:105

Dios nos dejó la maravillosa Escritura, pero también nos dejó su Espíritu y la Biblia dice que la unción que permanece en nosotros, nos enseña todas las cosas.

Conclusión

 La experiencia de Teófilo y la diligencia de Lucas nos recuerdan que el conocimiento profundo de la verdad no es un lujo, sino una necesidad espiritual. El mundo esta lleno de confusión, relativismo y engaño, el creyente no puede conformarse con una fe superficial ni con conocimientos prestados. Necesitamos conocer bien la verdad en la cual hemos sido instruidos, y esto solo se logra por medio de una búsqueda constante, humilde y guiada por el Espíritu en las Escrituras.

Como los bereanos, estamos llamados a examinar todo con criterio bíblico, a escudriñar con reverencia, y a dejarnos enseñar por Dios mismo. No basta con oír sermones o leer devocionales; debemos ir a la fuente, a la Palabra de Dios, y beber de ella cada día. Solo así podremos discernir entre la verdad y el error, vivir vidas que agraden al Señor, y ser luz en medio de las tinieblas.

Que el ejemplo de Lucas, su celo por la verdad, y el noble espíritu de los bereanos nos inspiren a amar, estudiar y vivir la Palabra de Dios con profundidad y pasión. Porque conocer bien la verdad no solo transforma nuestro entendimiento: transforma toda nuestra vida.